Por Nicole Ponce De La Torre
Egresada de Literatura PUCP
Una de las mejores decisiones de mi vida fue unirme al área de Arte y Espiritualidad en el CAPU. A esta familia hermosa que me regaló la vida hace ya cinco años; con personas tan distintas a mí, pero unidos por el arte y el deseo de ayudar y llevar alegría a cuantas personas podamos.
Este pequeño rinconcito de la universidad es el más cálido que he encontrado en mi vida; en dónde me han ayudado y empujado a crecer y en dónde he podido simplemente ser yo. Sí, yo; a través de las historias que me permitieron contarles, de la música que tocamos y disfrutamos juntos, del teatro y los personajes que interpretamos, y hasta de las danzas que, si bien no bailo, me encanta ver. No saben cuánto les agradezco y los quiero a cada uno de ustedes.
Hemos reído, llorado, enfrentado prejuicios, externos e internos, y logrado imposibles. Algunos nos llaman locos –y lo estamos, no puedo ni quiero negarlo– y nos ven a la distancia y se quedan con la duda de lo que significa formar parte de una pastoral… Pastoral es familia, hermandad, es compartir y caminar juntos. Va más allá de tener una misma religión, creencia o fe; es el encuentro de almas, de distintas maneras de pensar y vivir, que juntas se saben más fuertes.
Si pasan por el CAPU, anímense a entrar y preguntar, no tengan miedo, puede que se sorprendan y encuentren un hogar o un lugar donde liberarse, un refugio o un aprendizaje.