noticia

PRIMERA SALIDA MISIONERA: Responsabilidad Social Universitaria en Clave Evangelizadora

4/21/2023

Por Jaroslav Valer
Estudiante de Comunicación Audiovisual PUCP

En la concurrida puerta de la estación San Martín del Metro de Lima se empieza a formar un gran grupo de jóvenes vestidos con chalecos rojos, semblante entusiasta y rostros que reflejan que desean hacer el bien a los demás. Es el domingo, 2 de abril de 2023, Domingo de Ramos, y guiando a estos jóvenes en esta primera salida misionera del año, se encuentra la Hna. Reynita Vilches, Hija de María Auxiliadora.

Los jóvenes provienen de distintos distritos de la capital, estudian en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), son de distintos ciclos, facultades y pertenecen a la familia de «Misiones Universitarias», área de proyección social del Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU) que apoya y acompaña a niños y familias de cuatro ollas comunes, compartiendo el amor de Dios e infundiendo la esperanza  cristiana por los sectores del asentamiento humano Juan Pablo II 3ra etapa del distrito de San Juan de Lurigancho — desde el 2020. Para esto, el día anterior han vivido la bienvenida misionera y ahora han aceptado participar en un primer acercamiento a la realidad, tan familiar y querida por generaciones de misioneros.

Cuando todos los jóvenes misioneros han llegado al punto de encuentro inicial, comienza el camino hasta el Colegio Abelardo Quiñones, desde donde se necesita emprender una pronunciada subida para llegar a las familias de las ollas comunes. Con el calor, mucho mayor al presente en los distritos céntricos de Lima, este trecho resulta particularmente demandante, pero el deseo de servir de los misioneros y misioneras los hace superar esta dificultad física; más aún, como animados por el ejemplo de Jesús Nazareno que sube cuesta arriba al Gólgota para dar la vida por amor.

Mientras que los jóvenes continúan la subida, van descubriendo la realidad del sector. Sobre la dureza de la roca que domina el territorio, las familias han logrado construir casas y formar sus hogares. Si bien hay unas pocas casas de material concreto, la mayoría están construidas con paredes de madera y techo de calamina. Al llegar a una casa verde, los jóvenes son recibidos por las mamás del sector con un vaso de refresco para calmar la sed. Este ambiente, donde las mamás han organizado una pequeña cocina, mesas y un almacén, es la olla común «Madres Guerreras».

Las mamás empiezan a contar la forma en que lograron sobrevivir durante la pandemia, la historia de la iniciativa de las ollas comunes y cómo lograron atender hasta a 200 personas. Sin embargo, estas mamás no solo se limitaron a la preparación de alimentos, sino que también elaboran y comercializan bellos artículos hechos en macramé, desde soportes para macetas hasta prácticas cartucheras para los escolares, artesanías en cuero, tejidos con lana; verdaderamente son madres guerreras y decididas que se ayudan unas a otras; muy agradecidas con los jóvenes misioneros de la PUCP que las ha lanzado a estas aventuras, les da soporte y siguen gozando de todo el apoyo.

Luego de recuperar las fuerzas, los jóvenes se dirigen a otra olla común llamada «Las Colinas». Para sorpresa de todos, al entrar, la mesa está servida. Con mucho cariño las mamás han preparado un almuerzo de recibimiento para los misioneros y se entusiasman en pedirles que se sienten y lo disfruten, este gesto no es usual, pero esta vez se deleitan con la sorpresa que han preparado. Aun cuando cada olla común, cada familia y cada persona en este sector necesita mucha ayuda, se han reunido para preparar y dar una cálida bienvenida; ¡admirable! Ofrenda de los pobres.

En la edificación que los alberga, en los pasajes y en todo el ambiente, se siente el esfuerzo de cada familia. El hecho de tener que subir día a día las cuestas y escaleras con las compras, con un bebé en brazos o en estado de gestación, demuestra la fortaleza que tienen los vecinos para sacar adelante a sus familias; llegando incluso a luchar con el cáncer mientras que mantienen a sus hogares, caso de más de una familia.

Habiendo terminado el almuerzo, algunos misioneros tuvieron la oportunidad de compartir de primera mano las experiencias de vida de estas familias al visitar sus casas y siendo recibidos también con alegría y agradecimiento; mientras que un grupo entabló la primera reunión con el comité de mujeres de ollas comunes. Terminadas estas visitas todos los misioneros se reúnen en la olla común Madres Guerreras y emprenden la bajada para el viaje de retorno; pero antes, hacen un alto para compartir resonancias de la multitud de experiencias que han vivido en esta jornada y la complejidad de la realidad que han visto con los ojos y el corazón.

Aunque la mayoría está cansada y sofocados por el calor, envueltos en polvo y las fuerzas invertidas, en la mente llevan los rostros, palabras oídas, vivencias y entornos que han presenciado y en el corazón un deseo comprometido de dar todos sus dones y capacidades para hacer el bien a estas familias para mostrarles que son hijos e hijas amados por Dios y que están llamados a ser iglesia joven con corazón samaritano.

Soy Jaroslav Valer, estudiante de Comunicación Audiovisual en la PUCP, y doy gracias a Dios por tener la dicha de participar en estas experiencias que cambian mi vida y llenan mi espíritu.