Por Angelli Icochea Mendoza
Estudiante de Derecho PUCP
Coordinadora del área de Arte y Espiritualidad
Capilla País es un proyecto misionero en el que estoy muy orgullosa de haber participado.
Cuando me enteré de la noticia estuve muy emocionada por la oportunidad, pero también preocupada porque era un tipo de voluntariado diferente a lo que hacemos en CAPU. Sin embargo, fui a Chile con toda la disposición de conocer y aprender todo lo posible, con la esperanza de integrar algunas de esas experiencias en CAPU en el futuro. Desde la misa de envío en el campus de la UC en Santiago de Chile, me impresionó la cantidad de proyectos que tienen y su organización.
Con respecto al trabajo en Alto Hospicio, al principio no estaba segura del rol que me tocaría realizar, ya que no soy arquitecta ni ingeniera civil. Sin embargo, desde el primer momento sentí que nos guiaron muy bien y nos asignaron tareas que, a medida que avanzaba la obra, fueron aumentando en dificultad o destreza. Debo reconocer que es meritorio que un grupo de jóvenes universitarios tengan la capacidad de construir una Capilla con sus propias manos. Una de las cosas que aprendí allí fue el hecho de utilizar herramientas eléctricas que en mi casa ni imaginando me dejarían prender y que ahora con guía de los propios chicos y chicas aprendí a utilizar sin miedo. Asimismo, es necesario destacar las activaciones, que fueron divertidas que hasta ahora las recuerdo con una sonrisa y también el espacio de formación al final del día, que ayudó a afianzar mi fe junto con las dinámicas que se realizaron para que nos sintiéramos más en confianza, como en familia, y que lograron su objetivo.
Otro aspecto a resaltar son las personas de la comuna de Alto Hospicio. Ellos fueron simplemente nuestros salvadores y ángeles guardianes en muchísimas ocasiones. No solo porque se dieron tiempo de preparar nuestros alimentos, sino también por la disposición de prestarnos sus servicios higiénicos, una muestra de confianza hacia nosotros, además de los cuidados personales y disposición de espacios cuando alguno de nosotros se enfermaba. En lo personal, sentí calidez y me sentí bienvenida. Debo confesar que me enfermé mientras estuve allí, pero no solo mis compañeros y compañeras me mostraron apoyo y comprensión, sino también las personas de la comuna nos acompañaron hasta la Posta Médica para que recibiéramos atención y luego prepararon comidas especiales para que nos recuperáramos. En sí, solo tengo palabras de gratitud por la atención preferencial que recibimos de la comuna y agradecer enormemente su hospitalidad.
En general, me faltan palabras para describir mi experiencia en Capilla País, pero lo que sí puedo hacer es expresar mi gratitud a la PUCP y a CAPU, por tenerme en cuenta y darme la oportunidad de participar en la misión de Capilla País; también a Milán y a Laura por ser mi familia en Chile; así como, a todas las personas que tuve el placer de conocer en Chile porque me demostraron, que todos somos humanos y podemos ser hermanos.