Cada ciclo los estudiantes del curso de fotoperiodismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú llevan a cabo la retadora y creativa tarea de crear una exposición fotoperiodística al final del curso con la intención de narrar visualmente algo que sea importante para ellos, algo que los motive y mueva su corazón. Este ciclo 2025-1 la exposición se llevó a cabo en el pabellón Z el pasado miércoles 9 de julio, donde la estudiante Orietta Ceron Armas, perteneciente al Centro de Asesoría Pastoral Universitaria, retrató en una secuencia de ocho fotos la vida de los jóvenes que conforman el CAPU.
La exposición titulada El CAPU: Una iglesia con rostro joven habla sobre una comunidad de personas diversas entre sí que se unen para amar, aceptarse, perdonarse, ayudarse y vivir conforme al evangelio que reveló Jesús. El CAPU, fundado en 1976 por el entonces rector, el padre Felipe Mac Gregor, nace como un lugar de encuentro y acompañamiento inspirado en el Evangelio. Decorado con imponentes piezas de arte sacro (varias de estas realizadas por destacados artistas como Adolfo Winternitz, Johanna Hamann y Judith Ayala), resalta el colorido vitral de la capilla, donde “la luz cromática crea una atmósfera que invita a la reflexión y a mirarnos internamente” (Mag. Moisés Quintana, docente de nuestro Departamento de Arte y Diseño).
Este lugar alberga a todos aquellos laicos con y sin consagración que quieran acercarse al amor y reino de Dios y vivir una vida misionera sin importar su orden religiosa, género, clase social, carrera o discapacidad. El corazón de CAPU son los jóvenes, quienes buscan voluntariamente al Señor y tienen el corazón abierto a servir en las distintas áreas: Misiones Universitarias, Confirmación, Experiencias Solidarias, Arte y Espiritualidad, Comunidades y Coro. En estas áreas conviven, intercambian y aprenden de los demás, sacerdotes, hermanas, seminaristas, jóvenes y profesores. La fe en la PUCP está activa y tiene una iglesia con rostro joven.
“Mi motivación fue querer mostrar a todos que la fe no tiene edad y no debe ser aburrida, en el CAPU siempre es dinámica, llena de juegos y de amor. El haber pasado por las distintas áreas en varias etapas de mi vida me ha formado a nivel personal y emocional. Desde orar cantando en el coro, ayudando en misiones en San Juan de Lurigancho, animando el programa de confirmación y ahora acolitando, no dejo de encontrar un lugar lleno de fraternidad, felicidad y fe. El CAPU tiene un pedazo de mi corazón.” comenta Orietta.
Invitamos a los jóvenes de la universidad a que sigan persiguiendo su fe, creciendo en comunidad y participando en el CAPU.